viernes, 3 de octubre de 2008

... Inevitable...


De pié frente a ti observando la última gota de sangre que se desliza por tu mejilla, emanada desde tus ojos ya resecos, moribundos, un poco desorbitados…

Con voz entrecortada, ronca, gutural dices:

- “No lo hagas”.Pero ya es demasiado tarde, los eventos están en curso y sabes bien que esto no lo podemos detener, aunque hagamos nuestro mayor esfuerzo.

Sabía que esto ocurriría, tú lo sabias también:

- Te lo advertí – dije en forma un poco triste – Te lo advertí demasiadas veces: “Déjame en paz, te lo suplico”…

Debo admitir que yo también buscaba este momento, ¡Sí!, lo deseaba en extremo, tenerte frente a mi, con esa mirada de que no entiendes que rayos esta ocurriendo en tu cuerpo, esa expresión del que sabe que está muriendo, pero que no alcanza a dilucidar el cómo ni el porqué, del que sabe que está siendo asesinado (pues tiene a su verdugo enfrente) pero no comprende lo que realmente le está sucediendo...

Te dije quién soy y lo que soy, de dónde provengo y a quién pertenezco, no me creías a pesar de todas las advertencias no quisiste dejarme tranquilo.

Nunca hubiese querido llegar a este extremo, nunca pensé matarte, mucho menos de esta forma. Extinguir tu llama de vida. Devorar tu esencia, tu alma, destruir tu espíritu, dejar tu cuerpo inerte, tirado, seco. A ti, que me hacías sentir tan bien, que me entregaste tanto, que me hacías pasar las horas riendo, soñando… Pero eso había terminado hace mucho tiempo, y aceptémoslo, las cosas eran insostenibles a estas alturas, tú estabas haciendo mierda mi vida, te dedicaste a torturarme cada vez que me veías feliz, ¡Cómo te desagradaba verme sonreír, admítelo! Hasta que tu propia mierda te llegó al cuello.

Me resultaba insoportable sentir tu cercanía, insufrible tu olor a feromonas viciadas que inundaba todo lugar donde entrabas hasta los más ínfimos rincones, no podía escapar de ese asqueroso olor. Tu halo de pensamientos me resultaba en extremo desagradable, sentirlos y ver que no llevaban a ningún lado, pensamientos sin sentido, como todo en tu vida. Sentir tu mirada en mi piel me repugnaba, aunque estuvieras lejos la sentía y un escalofrío me erizaba el espinazo.

Llegué al punto de cauterizar tu mente, bloquearte cuando estábamos en el mismo espacio. Si, lo reconozco, ya había comenzado a asesinarte desde entonces. Y esto, fue inevitable…

…………


Hoy me cansaste, ya no pude mas con esa situación, ya no puedo mas contigo, no puedo controlar esto que ruge en mi interior como león hambriento, sediento de sangre, sediento ahora de tu sangre, es el momento, las cosas deben suceder, ¡Debes morir!.

Te detienes frente a mí, con esa mirada burlesca, esa sonrisa infame, y esa postura corporal desafiante. Ya sabes lo de tu familia, y lo de tu gran amor, en tu interior sabes que fui yo, uno a uno, poco a poco, fui apagando sus miserables existencias, quitándotelos, dejándote solo, despojándote de lo que mas quieres ¿Acaso no te lo había advertido?.No me dejas pasar, me empujas y comienzas a proferir alguna estupidez. Para ese instante ya no oía cosa alguna, sólo ese zumbido en mis oídos, aquel que tanto temía, pero que esta vez no quise controlar, es hora de disfrutarlo, es hora de ser quien realmente soy, es hora de que veas lo que has desatado.

Siento el olor y el calor de tus vísceras, esas exquisitas oleadas de olor adrenal que mana de tu piel producto de tu terror al ver mis ojos rojos por las sangre que brota de ellos y resbala por mis mejillas hacia las comisuras de mis labios que esbozan una sonrisa amable, paralizándote aún más, mi boca jadeante, sedienta, aprieto mis puños hasta incrustar mis uñas en mis palmas dejando fluir mi propia sangre oscura que cae al piso de forma lenta y viscosa. Me miras con una expresión de terror, de una forma exquisita, y me deleito un poco más en hacer que tu corazón se desboque en tu pecho. Sólo puedo oír tu respiración y los latidos de ese corazón que me provocan arrancarte la piel a jirones con mis propios dientes ansiosos de tu carne.

Por primera vez me observas como lo que soy, como quién soy de verdad, ni en tus peores pesadillas lo habrías imaginado, puedes ver mis alas elevarse desde mi espalda, majestuosas, de plumaje negro azulado brillante, las adelanto un poco para tocar tu rostro con ellas, te acaricio con mis plumas las mejillas mientras tu quieres a toda costa huir, escapar correr fuera del lugar, pero no puedes moverte, ni un solo músculo de tu cuerpo reacciona a tus deseos, eres presa del pánico, eres mi presa y nada puedes hacer excepto soltar tus esfínteres dejando el olor indeseable de tus deposiciones en el lugar. Te tomo por el pelo y te levanto con furia, arranco en el proceso un puñado de ellos, luego te dejo caer al piso, jugando contigo y riendo jubilosamente, cual bebé con su juguete favorito. Te vuelvo a levantar, pero esta vez asido de tu tráquea, emprendiendo el vuelo hacia un lugar que no esté impregnado con tu repugnante y nauseabundo olor, te llevo a mi huerto, hermoso lugar tapizado de flores, deliciosamente fragante, la luna llena cubre completamente el lugar con su tenue y pálida luz, los arboles se ven oscuros, negras sus siluetas que el cálido viento mece con suavidad de tanto en tanto haciendo sonar sus hojas con un claro murmullo (sus propias voces que claman tu muerte). Poco antes de llegar al suelo te lanzo con fuerza contra el y me elevo unos instantes antes de bajar. Intentas correr, tosiendo y carraspeando la garganta para poder respirar mejor, te dejo avanzar unos metros, desciendo y te persigo dándote un poco de ventaja, jugando, cazando, como lo hacían los que vinieron antes de mí.

Corro tras de ti sintiendo el viento en mi rostro, disfrutando de la cacería, por entremedio de los árboles del huerto. Me aburro y te atrapo, hundo mis dientes en tu hombro mientras te sujeto fuertemente los brazos, caemos al suelo y tú me das una gran patada en el ala a lo que reacciono apretando aún mas mis fauces, mientras gritas desesperadamente. Me divierte esa forma de chillar que tienes, eres como un ratón al que se lo está pisando con el pié, eres de verdad agradable, es una lástima que tengas que morir. Te llevo nuevamente al prado de flores, te tiro enfrente de mí y me paro muy cerca para poder observarte más detenidamente, antes de eliminarte.

- “Te lo advertí, y te envié señales claras de lo que te sucedería, de lo que sucedería a quienes te rodeaban, a los que amabas, a los que necesitabas, todos ellos sufrirían, todos morirían de no dejarme seguir adelante con mi vida, de no hacerte a un lado, pero es demasiado tarde. Están ya todos muertos, hieden ya en sus asquerosas tumbas, sus almas claman aún misericordia desde mis fauces, desde mis garras monstruosas, desde mi vientre inmundo. Tus padres, hermanos, aquella persona a la que adorabas y que según tú era la luz de tus ojos, muertos, despedazados por mi locura y mi insaciable sed de venganza, sed que llegó a convertirme en esto que vez frente a tus ojos, y que será lo último que vean antes de arrancarlos de sus órbitas”.


_____


Jamás pude hacerte entender las cosas y ya es demasiado tarde, has muerto, tu cuerpo yace frío frente a mi, ya no esta ese olor repugnante, ya no percibo esos pensamientos, esa corriente eléctrica que corría desbocadamente por tu miserable cerebro, ¡Y esos ojos que me desesperaban y que tantas veces pensé en arrancarlos con mis propios dientes!…. Eres ahora no mas que un montón de carne inerte, alimento para gusanos, cama de cría de la próxima generación de repugnantes moscas asquerosas (de todas formas nada mejor podría salir de ti).


_____


El último asesinato, una última vida cegada por mi deseo y voluntad, esto nunca debió ocurrir, nunca debí ceder ante la necesidad de estrujar tu alma y retorcer tu pescuezo hasta tales extremos, arrancando también a personas inocentes sólo por el hecho de hacerte más miserable de lo que ya era tu despojada existencia.

Es hora de pagar lo que he hecho, de saldar mi deuda (está amaneciendo la oscuridad eterna), traspasé líneas que están vetadas para nosotros, abrí puertas que deben permanecer cerradas, probé del manjar destinado sólo a los dioses, me devoré Tu esencia.

Vienen por mí puedo sentirlo, la gran oscuridad, mi piel comienza a crepitar y a caer a mí alrededor, jirones de esta preciosa protección resbalan chirreando por mis piernas, por mi pecho, por mis brazos. Llevo mis manos hacia mi rostro y lo arranco, aceptando mi destino. Miro al cielo, que se aleja cada vez más de mi… mudo.

El Infierno me ha devorado. Siento mi carne expuesta como se deshidrata con el viento abrazador, ese olor a carne quemándose. Mi cuerpo y mi alma comienzan a arder con la llama del castigo eterno.Arderé eternamente en este, mi propio infierno sabiendo que, te arrastré hasta aquí conmigo, ¡Arda pues tu alma también eternamente entre mis fauces sedientas!…


... Guillerö...

No hay comentarios: